Históricamente en nuestro país el desempleo de las mujeres ha sido mayor que el de los hombres, por lo que podemos hablar de una brecha de género en torno a este tema. Para la académica de la Escuela de Economía de la Universidad Nacional, M.Sc. María Leonela Artavia, esta situación tiene un conjunto de explicaciones, y podemos categorizar las razones en cuatro grupos principales:
1. Estructura productiva: desde antes de la pandemia los sectores productivos estaban experimentando dificultades para generar empleos suficientes en el país, lo cual se profundizó en los últimos tres años. Esta dificultad tiene implicaciones dinámicas en la economía de un país, esto se refleja en el estancamiento o desaceleraciones económicas lo que significa menores ingresos y recursos disponibles para la población, y por tanto, en menor consumo o demanda de algunos bienes y servicios como es el caso del trabajo doméstico o del turismo. Además, otra manifestación fundamental y muy sentida es el crecimiento del desempleo en esas ramas de actividad.
2. Vulnerabilidad laboral ante ramas de ocupación feminizadas: hay actividades económicas que se caracterizan por ser realizadas mayoritariamente por mujeres, a esto se le llama feminización de ramas de actividad o de ocupación, ejemplos de ello son: a)el trabajo doméstico donde 9 de cada 10 personas trabajadoras son mujeres, b) la enseñanza (7 de cada 10), c) actividades de alojamiento (turismo) y d) atención de la salud con alrededor de 6 de cada 10 que son mujeres. En conjunto estas 4 ramas de actividad sumaron en 2022 el 44% de todas las mujeres trabajadoras remuneradas, esta estructura de alta concentración significa una fuente de vulnerabilidad para el empleo femenino, pues cuando hay alguna recesión/crisis económica o financiera si estas ramas se ven afectadas significa pérdidas de empleos mayoritariamente de las mujeres.
3. Responsabilidades de cuido: las mujeres tienen que conciliar sus actividades laborales fuera del hogar con las responsabilidades de cuido de niños, niñas, personas adultas mayores o personas con discapacidad, por lo cual ante la minusvalía naturalizada de estas actividades las mujeres que desean trabajar se enfrentan a fuertes discriminaciones laborales en ciertas ramas, empresas o unidades productivas en las que prefieren perfiles masculinos para no tener que brindar permisos, licencias de maternidad, entre otras.
4. Barreras educativas: ante niveles de educación más bajos las mujeres experimentan una mayor discriminación laboral que se evidencia en niveles de desempleo más altos, para su constatación se presenta el siguiente gráfico.
La brecha de género evidenciada en el gráfico 1, expresa lo que ONU-MUJERES (2017) ha denominado mujeres en “pisos pegajosos”, es decir, aquellas que tienen graves dificultades para mejorar sus condiciones de vida, pues se desenvuelven en un contexto complicado debido a bajos ingresos -pobreza- y baja educación que les mantiene adheridas a condiciones de vulnerabilidad social y dependencia económica.
¿Qué hacer al respecto?
Según la economista, quien coordina el Proyecto de Investigación Trabajo y Crisis de la Escuela de Economía, es importante echar a andar acciones coordinadas que permitan una reducción del desempleo de las mujeres, al menos, en el mediano plazo.
“Se debe impulsar espacios formativos que realmente sean pensados, diseñados y puestos en marcha contemplando las tareas de cuido que ellas deben asumir y las condiciones de vulnerabilidad que experimentan, pues responsabilidades familiares -trabajo doméstico no remunerado- y la carencia de recursos económicos constituyen las principales razones de no asistencia a la educación formal por parte de las mujeres. Ello implica avanzar en materia de una distribución más justa de las tareas de cuidado, el fortalecimiento de las redes de cuido, así como la valorización y reconocimiento del rol imprescindible que tienen las mujeres en el sostenimiento de la vida”, indicó Artavia.
Por otra parte, añadió que es fundamental promover un cambio cultural en el que se promueva la participación laboral de las mujeres más allá del sector cuidados (trabajo doméstico, enseñanza, salud, alojamiento y servicios de comida) para contemplar puestos relacionados con otras áreas, con especial foco de atención a la promoción de su inserción en las ciencias -en su diversidad-.
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