En el contexto político costarricense, la manipulación de la opinión pública a través de redes sociales y estrategias mediáticas ha tomado un papel central en la construcción de narrativas electorales. Algunos grupos, nacionales e internacionales, han encontrado en la política no solo un espacio de poder, sino también un negocio lucrativo, donde la desinformación y la creación de falsas seguridades en las estadísticas juegan un papel clave.
Una de las preocupaciones emergentes es el posible vínculo entre el crimen organizado y ciertos actores políticos, quienes, a través de campañas de provocación, buscan dividir a la población para consolidar su influencia. Se señala que esta táctica ha sido utilizada en el pasado para inducir a las sociedades a crisis que luego justifican cambios estructurales, como la convocatoria a una constituyente.
El fenómeno del financiamiento político por parte de sectores cuestionables no es nuevo, pero sí ha adquirido mayor relevancia ante la evidencia de que algunos sectores financian ambos lados de la contienda política. Ejemplos recientes en Costa Rica muestran patrones de campañas similares a las del pasado, donde figuras relativamente desconocidas logran alcanzar la presidencia con discursos de lucha contra la corrupción, sin contar con antecedentes sólidos que respalden su capacidad de gestión.
Asimismo, la falta de transparencia en redes sociales y la dificultad de verificar la identidad de quienes participan en debates públicos generan un riesgo adicional: la imposición de una supuesta voz del pueblo que, en realidad, puede responder a intereses particulares. Este tipo de estrategias refuerzan la polarización y desvían la atención de los problemas estructurales, desviando la discusión hacia ataques personales en lugar de argumentaciones sobre propuestas concretas.
Un caso emblemático ha sido la reciente confrontación entre el presidente Rodrigo Chaves y el secretario de la ANEP, Albino Vargas. Mientras Vargas cuenta con un respaldo sindical con capacidad de movilización, la influencia de Chaves parece concentrarse en redes sociales, lo que abre interrogantes sobre la verdadera capacidad de convocatoria de sus seguidores fuera del ámbito digital.
Ante este panorama, es fundamental analizar las estrategias de comunicación política y sus fuentes de financiamiento. La construcción de enemigos como mecanismo de distracción y la ausencia de soluciones reales a los problemas nacionales deben ser señales de alerta para la ciudadanía. La mejor herramienta contra la manipulación es la educación y el pensamiento crítico, basándose en información verificable y argumentos sustentados en ciencia y técnica, en lugar de simples percepciones o discursos emocionales.
De cara a futuras elecciones, es imprescindible que la población reflexione sobre sus decisiones pasadas y valore la importancia de investigar de manera independiente. El voto informado y consciente es una de las principales herramientas de la democracia para evitar que intereses oscuros definan el rumbo del país.
Opinión de Gerardo Ledezma.
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