El manglar de Chacarita está en regeneración, ahí se aprecian cinco especies de mangle, hay presencia de al menos cuatro especies de bivalvos de interés comercial para el consumo humano, y más de 20 especies de aves. Fines turísticos podrían reactivar la economía de la zona.
¿Pueden comunidades caracterizadas por altos índices de violencia y bajos índices educativos salir a flote por medio de la protección de un manglar? Fray Casiano y 20 de noviembre son comunidades vulnerables ubicadas en Puntarenas, que han vuelto su mirada al manglar para conservarlo y convertirlo en su aliado.
Las actividades humanas son la principal causa de la destrucción de los manglares a nivel mundial, y Costa Rica no es la excepción. En el 2019, Milagro Carvajal Oses, investigadora de la Estación de Biología Marina, inició el Doctorado en Ciencias Naturales para el Desarrollo, y su objetivo se centró en crear un plan de educación ambiental para gestionar servicios ecosistémicos de provisión y opciones culturales en Chacarita de Puntarenas.
«En conjunto con la comunidad, se creó la Asociación para la Protección de los Recursos Naturales con enfoque socio productivo de Chacarita, actualmente con 150 asociados. Su objetivo es hacer un cambio positivo centrado en la conservación de los recursos naturales (a través de educación y trabajo), sobre todo en el manglar y sus servicios ecosistémicos».
José Alberto Sánchez Castillo, presidente de la Asociación, también tiene su perspectiva sobre la contaminación del estero. «Nos preocupamos porque los estudios que estaba haciendo doña Milagro arrojaban mucha contaminación que, sabemos, afecta la vida y fauna marina.
Formamos este proyecto con la idea de tener una asociación socioproductiva para generar empleo y, gracias a ello, trajimos el Programa Nacional de Empleo para que las mujeres pudieran incorporarse en la recolección de residuos. Hoy nuestra mayor satisfacción es cuidar los esteros y vemos que donde hemos trabajado ha disminuido la contaminación».
Revive
Este estudio determinó que las poblaciones analizadas de moluscos bivalvos están diezmadas a «niveles preocupantes», y los moluscos, principalmente las pianguas (género Anadara), sufren la presión antropogénica. «Cerca del 70% de los individuos estuvieron por debajo de la longitud permitida para la extracción, de acuerdo con la legislación costarricense; además, los índices gonadales encontrados son menores de los que han reportado otros investigadores, lo que refleja que los organismos podrían estar madurando en etapas más juveniles» cita Carvajal.
A pesar de este panorama poco alentador, en este manglar hay áreas que benefician el crecimiento de moluscos, lo que facilita la iniciativa de establecer medidas de gestión para proteger el recurso, como programas de repoblación gestionados por la misma comunidad.
El plan de educación ambiental impulsado por Carvajal es un primer paso en el camino hacia la dotación y adquisición de competencias en contextos comunitarios específicos, que permiten la adopción de una mayor apertura al conocimiento y a la ejecución de acciones sensibles e informadas dentro de un marco de respeto y protección a los recursos naturales.
«El manglar es muy importante porque de ahí proviene el 90% de los peces que se consumen. La mayoría de los pobladores se dedican a la pesca, y las mujeres a la actividad pianguera. Una de las actividades que se podría desarrollar es el turismo de bajo impacto, para ello se debe mostrar las bellezas del manglar e invitar a las personas a que lo conozcan; eso podría mejorar las condiciones de vida de los pobladores. En ese sentido, hicimos un calendario con las aves de la zona y la creación de llaveros plastificados con las especies de mangle que se pueden observar, así como la creación de una guía de actividades centrada en la conservación del manglar», precisó Carvajal.
La investigadora detalló algunas recomendaciones como fortalecer la organización comunitaria, que les permitan abordar, de manera conjunta, los desafíos que enfrentan al incentivar acciones de conservación y proyectos productivos. Destacó, además, otros esfuerzos como establecer alianzas estratégicas de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales para buscar recursos y dar capacitación técnica con la que los pobladores enfrenten sus problemáticas socioeconómicas y ambientales.
A las universidades también se plantearon recomendaciones, como proponer investigaciones y programas acuícolas orientadas al repoblamiento de las áreas del manglar que cuenten con las condiciones para lo cual se recurriría al uso de los recursos, capacidades y pobladores de la zona.
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