Cada fin de año, el costarricense enfrenta el mismo golpe económico: el pago del marchamo. Y mientras el gobierno ofrece «descuentos» o migajas de rebaja que apenas alivian el impacto, los ciudadanos siguen cuestionándose si este impuesto debería continuar existiendo en su forma actual. Introducido hace 36 años por el gobierno de Oscar Arias en un acuerdo aduanero centroamericano, el marchamo ha crecido hasta convertirse en una de las mayores cargas para los propietarios de vehículos en el país, especialmente al coincidir con la entrega del aguinaldo, dinero que muchos esperan como un respiro financiero.
Para muchos, la justificación oficial del marchamo —el mantenimiento de carreteras— es solo una fachada. La realidad es que el COSEVI, responsable de esta tarea, recibe apenas un 6% de la recaudación total. Mientras tanto, el Ministerio de Hacienda se lleva un 65%, unos 200 mil millones de colones, destinados a la caja única del Estado, mientras que el 29% restante se reparte entre el Seguro Obligatorio de Automotores, asociaciones de bien social y otros beneficiarios, sin relación directa con la infraestructura vial.
El actual gobierno, que llegó al poder prometiendo cambios profundos, no ha hecho nada para reducir esta carga en los costarricenses. La decepción es evidente: quienes votaron esperando una mejora ven cómo se mantiene —e incluso aumenta— un impuesto que parece ir en contra del sector productivo.
En lugar de conformarse con una rebaja simbólica, es hora de que el país considere la eliminación del marchamo. ¿Por qué no proponer un verdadero impuesto de ruedo, de no más de $100 por vehículo? Sería un sistema similar al que existe en otros países vecinos y que proporcionaría un alivio real para los ciudadanos. Este cambio no solo sería más justo, sino que también reflejaría un verdadero compromiso con el bienestar económico de la población.
Costa Rica merece un sistema tributario que beneficie a todos por igual y que deje de castigar la propiedad privada. La pregunta queda en el aire: ¿seremos capaces de alzar la voz y exigir una reforma justa para todos?
Opinión de Dr. Francisco Perdomo
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