El cristianismo está fallando en la interpretación de las Escrituras y ha abandonado estructuras sociales fundamentales, como la política. Esto es preocupante, ya que la política define las normas de convivencia necesarias para mantener la justicia y la paz social.
La Biblia, la Torá y el Tanaj, bases del cristianismo, explican cómo muchas de las leyes aplicadas hoy en la mayoría de los países tienen origen en las Escrituras. Jueces, magistrados y abogados, independientemente de sus creencias, trabajan en la administración de justicia siguiendo principios que se encuentran, por ejemplo, en el libro del Éxodo. Este texto describe cómo establecer leyes para garantizar la paz entre las tribus de Israel.
Nos han convencido de que Dios no debe estar en la educación ni en la política. Sin embargo, las Escrituras son claras: es Dios quien pone y quita reyes. Para comprender mejor esto, recordemos que la política, en esencia, es administración de recursos. Un ejemplo bíblico es José, el joven del manto de colores, quien se convirtió en el segundo al mando en Egipto, estando solo Dios y el faraón por encima de él.
Muchos han escuchado al que viene a confundir, robar y destruir. Hoy, la confusión en nuestra sociedad es evidente. Sin embargo, los cristianos deben estar preparados. Algunos han optado por huir a las montañas, pero el mismo autor del Nuevo Pacto enseña que una lámpara no se enciende para ocultarla, sino para colocarla en un lugar alto donde ilumine su entorno. Además, quien niegue a Dios será desconocido por Él.
El orden es importante, y los cristianos deben participar activamente, independientemente de su denominación. La Biblia es una sola, y aunque se critiquen errores de transcripción, algunos principios son incuestionables: No robar, no matar, no mentir. ¿Acaso no vemos lo contrario en la política actual?
La ausencia y el silencio de los cristianos permiten que aquellos que sirven al engañador ocupen posiciones de poder, modificando la educación para adoctrinar a nuestros hijos y alejarnos del conocimiento de la paz y la justicia social. Este silencio nos distancia del plan de Dios, quien es el fundador de lo que hoy conocemos como justicia.
Por ello, esta reflexión: no permitas que el engaño y la duda te inmovilicen. No tengas miedo de participar en política ni de alzar la voz por causas justas.
Si eres ateo o profesas otra fe, esto también es válido bajo el concepto de derecho natural. Desde antes de la existencia de leyes escritas, la humanidad sabía que matar, robar y mentir estaban mal porque fomentan la violencia y destruyen la paz social.
Entonces, ¿por qué callamos cuando políticos fanáticos de la oscuridad buscan imponer al cristiano el aborto, mienten en sus campañas, promueven guerras o saquean recursos públicos, impidiendo que las personas accedan a tratamientos que podrían salvar sus vidas? ¿Por qué permanecemos en silencio?
Por eso decidí no callar más. Levanto la voz a través de un medio cuyo lema principal es: “La ausencia del debate es la presencia de la corrupción”. La censura se impone eliminando el debate, permitiendo que ideologías pagadas manipulen la opinión pública en favor de grupos económicos específicos.
Durante cinco años, he analizado y denunciado lo que parece ser una maquinaria del crimen organizado infiltrada en los tres poderes del Estado. Temas como la trata de personas, el narcotráfico, la corrupción de partidos políticos y el saqueo de recursos nacionales prosperan bajo el silencio complaciente de quienes dicen seguir a un Cristo vivo y resucitado.
No digo que salgamos a las calles a protestar, pero debemos involucrarnos en política, en el debate público y en las decisiones comunitarias. Dios tiene espacio en la política y en la educación. Tú, como lámpara encendida, debes estar en un lugar alto para que tu luz ilumine a más personas.
Si eres una luz, ¿dónde estás en este momento? Espero que no estés escondiéndote en las montañas.
