En un giro inesperado, el presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, derogó la ley marcial que había declarado horas antes, tras una oleada de protestas nacionales e internacionales y el rechazo del Parlamento. Esta medida, que no se imponía en el país desde hace más de cuatro décadas, implicaba la suspensión de libertades públicas y la asunción de funciones extraordinarias por parte de las fuerzas armadas.
En un mensaje televisado, Yoon justificó inicialmente la ley marcial como una acción para “proteger el orden constitucional democrático” de supuestas amenazas «pronorcoreanas». Sin embargo, su implementación desencadenó una profunda crisis institucional. Legisladores opositores y aliados del oficialismo la consideraron un movimiento autoritario y sin precedentes, exigiendo su revocación inmediata.
La reacción parlamentaria fue contundente. En una sesión de emergencia, la mayoría opositora, liderada por Lee Jae-myung, rechazó la medida en una votación relámpago. Sin embargo, antes de que se oficializara este acto legislativo, efectivos militares ingresaron brevemente al Parlamento, aumentando las tensiones en Seúl. En las calles, manifestantes exigían el fin de la ley marcial mientras fuerzas policiales intentaban contener las protestas.
Finalmente, el presidente cedió. En una nueva declaración, anunció que derogaría la medida en cuanto lograra reunir a su gabinete. Poco después, el decreto fue revocado, lo que generó alivio entre los manifestantes, aunque muchos se comprometieron a permanecer vigilantes hasta el retiro completo de las fuerzas de seguridad.
Un trasfondo político complejo
El polémico anuncio se enmarca en un contexto político adverso para Yoon. Desde que la oposición obtuvo la mayoría parlamentaria en abril, el gobierno ha enfrentado bloqueos legislativos y una caída en la popularidad del presidente, marcada por escándalos de corrupción y tensiones por la gestión del presupuesto nacional.
Analistas señalan que el intento de implementar la ley marcial pudo ser un intento extremo de Yoon para retomar el control en un escenario político adverso. Sin embargo, la rapidez con la que revirtió su decisión ha alimentado llamados a su renuncia o incluso a un juicio político.
La crisis deja en evidencia profundas divisiones políticas en Corea del Sur, mientras la oposición avanza en procesos para destituir a varios ministros clave del gobierno. En este contexto, el futuro político del presidente Yoon Suk-yeol parece cada vez más incierto, con su liderazgo en el centro de la que podría ser la mayor crisis institucional del país en décadas.
Fuente BBC
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