El espionaje y la manipulación política no son reliquias del pasado. En América Latina, la presencia de estrategias de influencia vinculadas a Rusia se ha intensificado, afectando las bases democráticas y sociales de distintos países, incluida Costa Rica. La creciente vinculación del crimen organizado y el narcotráfico con la política requiere un compromiso ciudadano más firme en defensa de la democracia, la paz y las libertades fundamentales.
Un reciente documental dirigido por Antoine Vitkine analiza cómo la influencia rusa ha permeado la política estadounidense, en particular dentro de la derecha, con espías y agentes de influencia que han logrado posicionarse estratégicamente. Según el documental, el Kremlin percibe al presidente Joe Biden como un líder débil, lo que habría impulsado la invasión a Ucrania en 2022. Con las elecciones presidenciales estadounidenses de 2024 en el horizonte, Rusia apostaría por el regreso de Donald Trump, cuyo triunfo podría significar el fin del apoyo estadounidense a Ucrania y una ventaja para Moscú.
Las estadísticas reflejan este fenómeno: solo el 48% de los votantes republicanos apoyan actualmente a Ucrania, mientras que un sector creciente muestra una mayor afinidad con Vladímir Putin que con Biden. Este nivel de influencia, descrito en el documental como una lógica mafiosa, pone en evidencia las ambiciones del presidente ruso y su estrategia para debilitar a Occidente desde dentro.
El documental expone con un enfoque de thriller político cómo la infiltración rusa ha moldeado parte del panorama político estadounidense. Su narrativa busca desentrañar los orígenes de las posturas de Trump y la manera en que el putinismo ha evolucionado como una herramienta de expansión geopolítica. En este contexto, el desafío para las democracias latinoamericanas es mayor que nunca: la desinformación y la manipulación no conocen fronteras, y la estabilidad política de la región está cada vez más expuesta a influencias extranjeras.
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