Flamingo, Santa Cruz, Guanacaste
- Capitán de velero declaró que haber naufragado en Costa Rica fue un gusto dado el trato humanitario recibido por los guardacostas y civiles que le han estado ayudando en Guanacaste
- Embarcación se quedó sin combustible tras haber afrontado dificultades debido al estado del tiempo y luego le ingresó agua al casco
- Los guardacostas le ayudaron a comunicarse con su familia en Chile y lo llevaron a Flamingo, donde aún está a la espera de que concluyan reparaciones de su nave por parte de una empresa
«Es un agrado haber tenido todos estos problemas, parece contradictorio, pero tener cualquier dificultad aquí en Costa Rica es un gusto porque uno se siente protegido, se siente bien atendido y al final ¡Pura vida! Se los agradezco mucho»
De esta forma agradeció el señor Jaime Ernesto Soto Bolocco, un chileno de 76 años rescatado por oficiales del Servicio Nacional de Guardacostas, quienes evitaron que él y su nave se hundieran en aguas del Pacífico norte, en momentos en que se aproximaba a la costa guanacasteca.
El rescate tuvo lugar el pasado miércoles a 20 millas náuticas (unos 37 kilómetros) de Flamingo, cantón de Santa Cruz, Guanacaste, luego de que el personal de la Estación de Guardacostas de esa localidad recibiera informes acerca de que un velero de 37 pies de largo, de nombre Playin Ketch, al cual se le estaba introduciendo agua por el casco.
La embarcación GC 38-15, con varios oficiales a cargo del subintendente Mario Jácamo, de inmediato zarparon en auxilio de la citada nave y le brindaron asistencia al chileno, quien viajaba como capitán y único tripulante del velero, el cual había zarpado desde el 28 de febrero de Chiapas, México con rumbo a Quepos, en nuestro país y desde donde se dirigiría a Chile.
Tras darle asistencia, le ayudaron a maniobrar su barco hasta llevarlo a un sitio seguro en Flamingo, donde en este momento el Playin Ketch está siendo reparado con el fin de que Soto pueda reanudar su viaja al sur del continente en los próximos días.
El chileno agradeció el trato brindado por todas las personas que le han ayudado durante su estadía en nuestro país, en especial a los guardacostas que, además de auxiliarlo, le regalaron una hermosa bandera de Costa Rica para que la pudiera izar en su mástil, ya que él no pudo conseguir una en México, situación que lo tenía muy apenado, pues quería ingresar a aguas nacionales con la bandera costarricense.
Mientras su barco es reparado, don Jaime Ernesto continúa disfrutando de la hospitalidad costarricense, país al que él había recorrido a lo largo de la Carretera Interamericana hace 26 años, durante un recorrido en motocicleta desde Estados Unidos hasta Chile, por lo que ahora decidió conocer la costa pacífica de nuestro país.
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