El Ejército israelí lanzó nuevos ataques en los suburbios de Beirut, golpeando áreas como Ghobeiry y Burj al-Barajneh. Según Israel, se impactaron más de 120 objetivos de Hezbolá, incluido su liderazgo militar en Nabatieh. Esto ocurre mientras Estados Unidos busca implementar un alto el fuego basado en la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU, que exige el desarme de Hezbolá y la retirada israelí del sur del Líbano.
A nivel diplomático, líderes israelíes, como el ministro de Energía Eli Cohen, destacan que las condiciones para un acuerdo son favorables. Sin embargo, Israel insiste en mantener libertad de acción militar en caso de incumplimiento, algo que Líbano rechaza. Según informes, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, busca cerrar rápidamente una tregua para entregar una victoria política al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump.
El conflicto, que ha desplazado a más de un millón de personas en Líbano y causado miles de muertes, ha sido exacerbado por tensiones históricas. Desde la invasión israelí de 1982, Hezbolá ha fortalecido su presencia militar y política en la región, a menudo enfrentándose a Israel en guerras como la de 2006. Actualmente, los ataques israelíes también tienen como objetivo debilitar la capacidad operativa de Hezbolá, mientras que el grupo chiita mantiene lanzamientos de cohetes y enfrentamientos terrestres.
La situación plantea desafíos humanitarios y políticos, con un posible alto el fuego que podría permitir el retorno de desplazados en Israel y Líbano. Sin embargo, las tensiones internacionales y el papel de Irán complican el panorama