La señora Marta Acosta Zúñiga está en la máxima cúpula política de la Contraloría General de la República (CGR) hace 18 años. Los primeros ocho, de 2004 a 2012, como Subcontralora y, ahora, ajusta ya diez, desde 2012 a la fecha, como Contralora.
Cuando ella llegó a la cúpula contralora, la deuda pública de Costa Rica en relación con el Producto Interno Bruto (PIB) estaba cercana a la cifra del 38% (37,44%, para ser exactos). La fuente es esta: HYPERLINK “https://datosmacro.expansion.com/deuda/costa-rica”
https://datosmacro.expansion.com/deuda/costa-rica. Hoy, tal relación se acerca al 70%, según la misma fuente y, para ser más exactos, en un 68,34%, al cierre de 2021.
Podemos verlo, también, de esta forma: desde que doña Martha está en la cúpula política contralora del país, la deuda pública en relación con el PIB creció en un 82,5%, pues pasó de un 37,44% a un 68,34%.
¿Y qué ha estado haciendo ella, desde el 2004 a la fecha, mientras la crisis de las finanzas públicas costarricenses se manifestaba y se profundizaba? Nosotros pensamos que doña Martha estaba viendo para otro lado.
Ahora que esa relación deuda/PIB es, prácticamente, del 70%, las vocerías y sectores políticos, con más histeria que razonamiento, están hablando de una reforma del Estado, pero erráticamente conceptuada e ideológicamente impulsada. Doña Marta también está en ese patín.
En la Comisión para la Reforma y Modernización del Estado de la Asamblea Legislativa, la señora Contralora “recomendó volar machete”, o, “pasar la podadora” a seis áreas del servicio público en aras de esa reforma del Estado: infraestructura vial, sector agropecuario, sector energía, sector protección social, sistema de pensiones y sector ambiente.
En cuanto al personal, se mencionó que sobra gente en ámbitos como los de proveeduría, asesoría legal, recurso humano, auditorías internas, entre otros. “Es al perro flaco al que se le pegan las pulgas”; o, “el hilo se revienta por lo más delgado”.
Si consideramos que el altísimo endeudamiento público del país aumentó en relación con el Producto Interno Bruto (PIB) en un 82,5% en la época contralora con sello Marta Acosta Zúñiga, uno hubiera esperado “recomendaciones” de ella en materia de Reforma del Estado en cuanto a la institucionalidad relacionada con los diversos ámbitos de lo fiscal-tributario y hacendario.
Hubiésemos esperado que hiciese planteamientos concretos para reducir en algo los estratosféricos montos de evasión fiscal-robo de impuestos que, según el propio y actual Presidente de la República, don Rodrigo Chaves Robles, es de, en promedio, 10 millones de dólares diarios.
O, si es que no quería ella “metérsele al tren” del poderío político de la evasión; al menos, cuáles serían pautas de Reforma del Estado propuestas por la Contraloría para atender el servicio de la deuda pública por su lado correcto: auditándola, renegociándola, reestructurándola, condonando, postergando; y para redefinir sobre su pago obsceno de intereses, etc.
En cada uno de los 18 años de gestión contralora de doña Martha, el fraude fiscal y la evasión tributaria crecían y crecían; el endeudamiento público subía y subía; las grandes corrupciones con fondos públicos en colusión con mega-consorcios privado-empresariales le pasaban a ella por sus narices y nada de nada… Doña Martha estaba viendo para otro lado. Mientras, los cientos de personas trabajadoras estatales que ahora sobran, según doña Martha, pagaban y pagaban puntualmente sus impuestos: el de ventas, en la caja registradora del supermercado al momento de la compra; y el de renta, deducido puntillosamente, quincena a quincena, del salario. Señora Contralora: usted está sin autoridad moral para hablar de Reforma del Estado.
Opinión: Albino Vargas | ANEP
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