La Ética y la Moral en los Funcionarios Públicos: Pilar para la Defensa de los Derechos Ciudadanos

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La ética y la moral son fundamentales en el ejercicio de la función pública, no solo como un compromiso de los servidores públicos, sino como herramientas esenciales para que la ciudadanía pueda identificar y exigir el cumplimiento de sus derechos. Un pueblo que carece de conciencia sobre la ausencia de valores en sus líderes difícilmente podrá cuestionar actos contrarios al bien común.

Diferencia entre ética y moral

La moral consiste en el conjunto de valores y normas que orientan el comportamiento en una sociedad, mientras que la ética se centra en el análisis reflexivo y consciente de esos valores para guiar decisiones responsables. En el ámbito de la función pública, ambos conceptos convergen en la obligación de priorizar el bienestar colectivo sobre intereses individuales o grupales.

Principios éticos en la función pública

  1. Transparencia: Garantizar el acceso a la información como derecho fundamental.
  2. Imparcialidad: Actuar sin favoritismos, respetando la igualdad ante la ley.
  3. Responsabilidad: Asumir las consecuencias de las decisiones tomadas, rindiendo cuentas a la ciudadanía.
  4. Honestidad: Mantener la integridad en todas las actuaciones públicas.

La ausencia de valores y sus implicaciones

Cuando la ciudadanía no detecta o cuestiona la falta de valores éticos en los funcionarios públicos, se abre un espacio para la normalización de conductas perjudiciales, como la corrupción, el abuso de poder y el nepotismo. Esto no solo erosiona la confianza en las instituciones, sino que perpetúa la vulneración de derechos fundamentales.

Un pueblo consciente y educado en valores tiene mayor capacidad de exigir transparencia y actuar como un contrapeso ante posibles desviaciones en el ejercicio del poder. Por ello, el fortalecimiento de la ética no es solo una responsabilidad de los servidores públicos, sino también de la sociedad en su conjunto.

Fomentar la ética como herramienta ciudadana

Para empoderar a la ciudadanía en la defensa de sus derechos, es crucial:

  • Promover la educación cívica desde temprana edad.
  • Difundir información clara y accesible sobre los derechos ciudadanos.
  • Impulsar la participación activa en procesos de fiscalización y rendición de cuentas.

En conclusión, la ética y la moral no solo son guías de conducta para los funcionarios públicos, sino también un medio para que la ciudadanía reconozca y combata las prácticas indebidas. Un pueblo informado y con conciencia de valores es el principal defensor de sus derechos y de una sociedad más justa y equitativa.

Opinión de Gerardo Ledezma

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