Lavarle la cara a la función pública desde la prensa puede ser contrario al control político.

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Opinión | Las campañas políticas para que los medios de comunicación publiquen las buenas noticias y gestiones de la administración pública pueden convertirse en la mejor forma de distracción social sobre el deber de probidad, transparencia y anticorrupción.

Lo que hoy se gestiona y se concentra en agencias de publicidad, incluido el 90 % de la pauta del Estado, puede poner en riesgo de conflicto de intereses a los medios de comunicación con el ejercicio de libertad de empresa por encima del derecho de libertad de expresión y prensa.

Para que entienda mejor el problema, vamos a comparar el ejercicio con uno de los ataques hackers llamados tsunami, que es un aumento de correos y accesos a un sitio web hasta dejarlo fuera de servicio, ya que el desbordamiento de información genera saturación del ancho de banda y lo deshabilita.

Algo similar pasa con los seres humanos: el desbordamiento o exceso de información puede llegar a hackear el interés por asuntos del país o la incorrecta tolerancia a los actos de corrupción, ya que logra minimizar y hasta normalizar los acontecimientos, pensando que son más las noticias buenas que las noticias malas.

Esta forma de cambiar o modificar el interés de los ciudadanos induce a la sociedad a no querer informarse, ya que es demasiada la información que recibe, y esto lo termina agotando.

Las famosas noticias buenas no son más que propaganda: funcionarios que muchas veces buscan reconocimiento y aplausos por cumplir con sus funciones, incluso se atreven a reclamar por qué se les exige si a gobiernos anteriores no se les reclamaba.

Estas buenas noticias, basadas en la solicitud de reconocimiento emitido desde las mismas instituciones públicas, o sea, no es que un tercero emitió una valoración profesional, sino que las instituciones usan sus departamentos de prensa como relacionistas públicos, buscando tapar los errores que los mismos periodistas deberían exponer. Dado el deber de probidad, transparencia y anticorrupción, estos funcionarios están obligados a denunciar.

El principio de transparencia y publicidad es fundamental y aplicable a todos los funcionarios públicos. Este principio establece que no se debe ocultar, sesgar, desviar ni obstaculizar el acceso a la información para ningún medio de comunicación ni para los ciudadanos. Por ello, cuando se financia a ciertos medios para destacar aspectos positivos de un funcionario, mientras se excluye a otros que podrían criticarlo, se incurre en una violación de este principio. La transparencia es un pilar esencial de la administración pública costarricense y garantiza la confianza y legitimidad en la gestión pública.

Las noticias positivas son propaganda, y como tal, lo ético y lo moral es que paguen por ello. Sin embargo, los métodos usados para evitar el financiamiento de la prensa alternativa nos deben hacer pensar que aquí hay algo más y que incluso pueden existir prácticas de monopolio.

Además, el cambio de formatos a PDF, que aumenta el trabajo de los medios alternativos que tienen menos personal, ya que suma tiempos muertos y limita la cantidad de información que el periodista puede procesar al día, también es notable. Alguna prensa tiene acceso a cierta información privilegiada, etc. Esto debe preocuparnos si la corrupción también está invadiendo a estos profesionales, que, indistintamente de sus opiniones personales, son funcionarios públicos con una labor importantísima: comunicar a la ciudadanía las acciones de las instituciones. Sin embargo, me preocupa la cantidad de elogios que muchas veces se autoatribuyen, ya que, como funcionarios públicos, deben brindarnos información, no opinión.

¿La opinión de dichos funcionarios es importante? Sí, pero la pueden emitir como todo costarricense. Dado que la opinión es personal, deben hacerlo en su tiempo personal, ya que usar los recursos y plataformas del Estado con otros fines, hasta donde tengo entendido, es corrupción y deberían ser denunciados por malversación de recursos públicos.

Por eso, estas distracciones sumadas a la propaganda pueden llegar a evitar que algunos medios puedan enterarse de ciertos eventos, beneficiando a la corrupción y el crimen organizado e induciendo a la población a pensar que no es necesario informarse, dado que el mismo ciudadano muchas veces se llega a enterar de lo que muchos medios nunca hablaron.

Para finalizar, el financiamiento de un medio depende de su línea editorial, y hoy en día un medio alternativo que denuncie difícilmente logra financiarse, ya que no tiene temas de entretenimiento, y las empresas que muchas veces incurren en la evasión y elusión fiscal tampoco van a querer que medios como este resalten. Lo cierto es que, sin financiamiento, ningún medio puede surgir. El que paga la fiesta pone la música. Por eso, te debo preguntar: ¿a qué ritmo bailan los medios donde te informas?

Hay muchos que pagan para que recibas las noticias positivas, la publicidad se vende al mejor postor, mientras la ética y la moral se ponen entredicho en las notas de prensa.

Opinión de Gerardo Ledezma.

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