La violencia homicida en el país es alarmante, sin importar el sexo de la víctima. Sin embargo, en los últimos años, han surgido ideologías que justifican o minimizan la violencia contra los hombres, presentándolos como una amenaza en lugar de como seres humanos con derechos.
La protección de la mujer es una causa legítima y necesaria, pero resulta inaceptable que el Estado costarricense no brinde la misma protección al género masculino, a pesar de que la Constitución Política establece la igualdad ante la ley.
Según datos del Poder Judicial, en lo que va del año se han registrado 57 víctimas masculinas de homicidio, frente a 7 mujeres asesinadas. En 2024, los homicidios fueron 802 hombres y 78 mujeres, mientras que en 2023 la cifra fue de 830 hombres y 73 mujeres.
Más allá de los homicidios, preocupa el uso indiscriminado de la prisión preventiva, un mecanismo que, en la práctica, ha generado violencia judicial por género. Existen casos documentados de hombres encarcelados únicamente por la declaración de una mujer, a pesar de pruebas que demostraban su inocencia. Un caso ejemplifica esta problemática: un hombre permaneció en prisión preventiva por un año y tres meses, aunque finalmente se determinó que no había cometido el delito.
El abuso del sistema legal contra los hombres no contribuye a erradicar la violencia. Al contrario, puede generar una percepción de amenaza en torno a la figura femenina y socavar la estabilidad del núcleo familiar.
Las denuncias falsas son una realidad que muchas víctimas masculinas denuncian, aunque su voz es frecuentemente ignorada. Este fenómeno no es un problema de «machismo», sino un reflejo de un sistema social deteriorado, donde la ausencia de valores y el desconocimiento de la ley desde la infancia convierten a los hombres en víctimas de una sociedad cada vez más violenta.
Es urgente que las autoridades prioricen el uso de la ciencia y la técnica en la determinación de la privación de libertad. Las denuncias falsas se han convertido en un método de extorsión contra los hombres, y muchos casos son silenciados por ciertos medios de comunicación. Mientras tanto, agendas ideológicas con financiamiento externo siguen impulsando narrativas que atentan contra la cohesión social.
La solución no radica en enfrentar a hombres y mujeres, sino en fortalecer la atención integral para garantizar la paz social. Es fundamental que los distintos sectores trabajen en conjunto para proteger a la familia, el pilar fundamental de la sociedad, integrada tanto por hombres como por mujeres.
Opinión de Gerardo Ledezma
