Este miércoles, Luis Antonio Sobrado González, Magistrado Presidente del TSE, presentó su renuncia al cargo. En una carta dirigida a la Magistrada Eugenia María Zamora Chavarría, Vicepresidenta de ese colegiado, Sobrado explicó que su decisión obedecía a la inscripción de una doble candidatura, por parte de un partido político, de una cuñada suya. El Magistrado argumentó que esa situación, si bien a la luz de la normativa electoral no le obligaba a separarse del cargo, podía dar pie a que se cuestionara la imparcialidad de la máxima autoridad electoral. Añadió, en la misma misiva, que tampoco optaba por plantear la inhibitoria hasta que el proceso electoral concluya, porque en caso de que el TSE variara su interpretación de la normativa y se la aceptara, ello implicaría cobrar su salario por hasta medio año sin trabajar, lo cual, aunque sería su derecho, le resulta «inaceptable».
El TSE, al tener por presentada su renuncia en sesión extraordinaria, dispuso:
“… este Tribunal, en primer lugar, desea expresar que, si bien su decisión nos llena de pesar, el sentimiento más fuerte en la institución en este momento es de orgullo. Don Luis Antonio -aunque considera que con ello interrumpe abruptamente su carrera como juez electoral y consciente de los impactos negativos que esa decisión entraña para su familia- estima, sin que la ley lo obligue, que la ética republicana así se lo demanda. Con su decisión, el Dr. Sobrado privilegia, por encima de sus legítimos intereses personales, incluso de sus derechos, el prestigio y la credibilidad del Tribunal Supremo de Elecciones y la confianza de la ciudadanía en la pureza de los comicios, histórica lección cívica, no solo para los costarricenses, sino también luminoso caso de ejemplaridad pública en las Américas.
En segundo lugar que, aún sabiendo que esta no era la forma en que don Luis Antonio deseaba concluir su magistratura, con esta decisión pone un punto final a la misma plenamente coherente con el carácter que él le imprimió a su paso por el Tribunal Supremo de Elecciones. Como se consignó en los sucesivos acuerdos en los que sus compañeros magistrados le renovamos la confianza para que ocupara la Presidencia, asumió esta “en un momento crítico que exigía liderazgo certero y solidez jurídica”, con el cual “fortaleció (…) la posición institucional (…) en los foros internacionales de organismos homónimos.» (ACTA 71-2012 del 23 de agosto de 2012). En los años de la primera segunda ronda electoral, las primeras elecciones municipales (en diciembre del año de elecciones nacionales y luego a mitad de cuatrienio presidencial y legislativo), del primer referéndum y de la adaptación de la institución a la reforma integral de la legislación electoral (que, entre otros progresos, positivó la jurisdicción electoral jurisprudencialmente desarrollada con su liderazgo), fueron imprescindibles, aparte de “su probada solvencia moral y profesional», su «calificada lectura de las circunstancias” y “su visión audaz e innovadora en materias como la tecnológica” y “la de mejoramiento constante del servicio público y de rendición de cuentas, en beneficio de los usuarios” (ACTA 61-2015 del 21 de julio de 2015). Agradeceremos siempre su certera dirección de nuestro equipo, la “atinada definición y organización de la agenda de trabajo, la acertada conducción de las deliberaciones de este pleno y el fortalecimiento de las relaciones interinstitucionales”. Particularmente, su “desempeño en el ámbito de la comunicación institucional fue decisivo para la elaboración de estrategias diferenciadas y proactivas que permitieron la divulgación adecuada y oportuna de información a los diferentes participantes en el proceso electoral. Iniciativas como Votante Informado y la presencia reforzada en medios de comunicación digitales y tradicionales -por él impulsadas- garantizaron transparencia y acceso a la ciudadanía, a los partidos políticos y a los medios de prensa”. A ello hay que añadir su decidida promoción de la reflexión académica y ciudadana en torno al fenómeno electoral, cuyas más emblemáticas materializaciones son la Revista de Derecho Electoral (con 32 números a la fecha) y el Museo de la Democracia. No menos importante fue “su aporte al desarrollo de herramientas tecnológicas en el campo registral (…), que permitió la implementación de la inscripción -en línea- de nacimientos, matrimonios y defunciones, en beneficio de la celeridad y seguridad jurídica que demanda la inscripción de hechos vitales y actos civiles.”. Si en estos años el Tribunal alcanzó los más altos niveles de reconocimiento internacional, como el obtenido en el Índice de Integridad Electoral, aparte del profesionalismo de toda la organización, fue gracias a “quien ha sabido asumir con responsabilidad y compromiso su Presidencia” (ACTA 77-2018 del 9 de agosto de 2018). Finalmente, en los que sin saberlo serían sus últimos meses de gestión, nos ayudó a “enfrentar el inédito contexto de la pandemia”,sin dejar, por ello, de seguir inspirando a la institución hacia nuevos derroteros de eficiencia e innovación. Prueba de ello son “los avances en digitalización de servicios que incluyen, entre otros, la inscripción de candidaturas” y “la acreditación de fiscales”, “así como en el impulso de estrategias de alfabetización digital para la vida en democracia” (ACTA 53-2021 del 22 de junio de 2021). Estas características de su gestión y liderazgo explican la confianza depositada en don Luis Antonio por sus compañeros magistrados, quienes le extendimos consecutivamente su designación como presidente de la institución, cargo que ostentó ininterrumpidamente desde 2007; período cuya duración, por cierto, no tiene precedentes en la historia del Tribunal Supremo de Elecciones y sobresale en la de los organismos electorales interamericanos. En síntesis, nosotros, que pudimos apreciar de cerca su gestión, damos testimonio de su compromiso de trabajo, su inteligencia sobresaliente, su integridad y su bonhomía; su carácter de hombre de bien.
Tercero, que, no obstante la sentida ausencia que significará esta decisión de don Luis Antonio para la familia electoral, la solidez institucional del Tribunal Supremo de Elecciones se fundamenta en la mística, integridad y solvencia técnica de todo su equipo humano, y esas fortalezas nos permiten garantizarle a los costarricenses unas elecciones nacionales impecablemente organizadas, como aquellas a las que estamos acostumbrados, según los más altos estándares internacionales. Como desde hace más de 70 años, esta institución conducirá a la sociedad costarricense, con la serena autoridad de su prestigio y buen hacer, a la renovación en paz y libertad de sus autoridades de gobierno. Ese es el servicio que tenemos el honor y la obligación de prestar al país y en esta ocasión será, a la vez, nuestro mejor tributo al legado de don Luis Antonio Sobrado González.”.
En virtud del necesario preaviso y disfrute de vacaciones, la renuncia del Magistrado Sobrado rige a partir del 16 de diciembre próximo.
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