El académico de la Escuela de Economía UNA, Yenén Mejías San Lee, realiza un análisis de la política monetaria en el país
Recientemente la discusión sobre el manejo de la política monetaria volvió a tomar fuerza, especialmente por los elevados tipos de interés vigentes que reprimen la inversión, así como un creciente malestar en algunos sectores de la economía que resulta de la apreciación del tipo de cambio durante los últimos meses. Ambos temas tienen como protagonista el Banco Central de Costa Rica (BCCR), ya que forman parte de las herramientas que posee dicha institución para lograr sus objetivos.
El problema con el tipo de cambio radica en el riesgo de asumir pérdidas inesperadas por parte de quienes realicen transacciones con la divisa, dicho riesgo ha existido desde 2006 en nuestro país con la implementación de un sistema de bandas, que fue el primer paso hacia el actual régimen de flotación libre y que se encuentra orientado por las fuerzas del mercado.
En dicho mercado y desde junio de 2022 hasta el 10 marzo de 2023 el colón se apreció cerca de un 20% en el mercado de monedas extranjeras (Monex), afectando aquellos sectores que registren ingresos en dólares, entre ellos empresas exportadoras del sector industria, agro y también de comercio y servicios.
Para dimensionar con números el malestar, podemos visualizar una empresa dedicada a la actividad del turismo que en junio de 2023 registra $10.000 de ganancia a un tipo de cambio de ₵696 por dólar (tipo más alto en Monex durante 2022), que convertidos equivalen a ₵6.960.000, nueve meses después, la misma empresa registra las mismas ganancias en dólares pero con una apreciación del colón que llevó al tipo de cambio a ₵550 por dólar (valor en MONEX, 10 de marzo de 2023), en esta ocasión al convertirse da por resultado ₵5.500.000; lo que representa una reducción de ₵1.460.000, que a nivel de la empresa se registra como una pérdida financiera, que puede materializarse con una menor producción, despido de personal o incluso el cierre de la actividad de manera permanente.
El BCCR tienen a su disposición reservas monetarias internacionales que podría usar para influir en el valor del tipo de cambio actuando como un gran agente, pero su uso actual se limita a mantener la estabilidad de la moneda, sin inclinar la balanza a ninguno de los participantes del mercado; por ello, no es de extrañar que la presión por parte de algunos sectores para que el colón se deprecie no surta ningún efecto sobre el control de la variable, y la tendencia actual permanezca igual durante algún tiempo o incluso se consolide, un ejemplo de estas señalas lo ofrecen las recientes declaraciones de Hazel Valverde (Gerente del BCCR) la cual invita abiertamente a los agentes económicos a asumir los riesgos del sistema y como única alternativa sugiere que las empresas paguen seguros cambiarios a terceros para evitar afectaciones en sus flujos de efectivo y con ello eviten despedir personal.
Ante la poca disposición de las autoridades de interferir el tipo de cambio, corresponde prestar atención a otras variables que pueden influir en el mercado. Por ejemplo, los tipos de interés son de importancia ya que pueden ser una fuente de atracción de capitales extranjeros que aumentan la oferta de dólares y con ello la posibilidad de que la moneda nacional se aprecie. Casualmente la tasa de política monetaria (TPM), se encuentra en niveles muy elevados desde el 2022 a la fecha. Esta Tasa es el principal instrumento de control de política monetaria que dispone el BCCR para cumplir con su esquema de metas de inflación.
Si el Banco decidiera realizar una política de reducción en la TPM lograría bajar las tasas activas del sistema financiero y con ello el arribo de capitales extranjeros que buscan sacarle provecho a los rendimientos en colones. Si el instrumento existe y la política es posible, ¿qué evita que el BCCR use este mecanismo para este propósito? la respuesta se reduce al control de la inflación, el cual es el objetivo primordial y durante el año pasado se disparó más allá de lo esperado.
Entre las razones del incremento de los precios reciente, sobresale la crisis de los contenedores, el despertar de la demanda de las potencias e incluso el comienzo de la guerra en Ucrania; así, muchos países terminaron por sufrir una inflación que no era propia y Costa Rica no fue la excepción, como prueba de ello la inflación interanual a diciembre de 2022 cerró en 7,88%, siendo este el nivel más alto de inflación desde el 2008.
Dadas las circunstancias desde el Banco Central acudió a subir la TPM ocho veces en ese año y de forma muy acelerada llevándola al actual 9% que se conserva desde octubre de 2022. Sin embargo, la inflación cuyo origen es en realidad importado tuvo su momento durante el primer semestre de 2022, posterior a agosto se ha desacelerado al punto de ser baja o negativa. Es en este sentido, la política monetaria vigente y muy particularmente la TPM no parece encajar en la coyuntura económica de Costa Rica.
Aunque el papel de un sistema de tipo de cambio flotante y la TPM (y otras políticas monetarias no mencionadas acá) innegablemente contribuyeron desde el 2006 a estabilizar la inflación en un solo dígito, el esquema de metas de inflación ha sido obsesivamente antiinflacionario y ha traído consigo un descuido entre el desempleo y la inflación dando por resultado un sesgo por la austeridad.
Oficina de Comunicación
Universidad Nacional, Costa Rica