El teólogo y pastor alemán Dietrich Bonhoeffer sufrió en persona la persecución del régimen nazi y, mientras se encontraba prisionero, escribió sus ideas, su teoría, acerca de la estupidez que se había apoderado del pueblo alemán. Bonhoeffer reflexionó acerca del origen y la naturaleza de la estupidez humana, así como el economista italiano Carlo Cipolla, quien formuló sus cinco leyes básicas de la estupidez. En este vídeo documental en español os contamos las ideas de Bonhoeffer y de Cipolla, así como la biografía de Bonhoeffer, para que conozcáis su contexto y podáis dilucidar por vosotros mismos hasta qué punto acertaba o no.
En abril de 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, el pastor luterano, teólogo y disidente antinazi Dietrich Bonhoeffer fue arrestado y encarcelado por la Gestapo. En el transcurso de su cautiverio, que se prolongó durante dos años, reflexionó acerca de la evolución de su país, y de cómo era posible que un pueblo como el alemán, tan amante de la cultura, la ciencia y el arte, tan supuestamente civilizado y cultivado, hubiera, no solo permitido, sino también propiciado y celebrado, que Hitler alcanzara el poder absoluto sobre sus vidas.
Bonhoeffer llegó a la conclusión de que, más allá del contexto económico y social, la causa principal era la estupidez, un enemigo del bien mucho más peligroso que la malicia. En una carta dirigida a tres amigos suyos, explicó sus reflexiones. “Uno puede protestar contra el mal –escribió–; el mal puede exponerse y, si es preciso, prevenirse mediante el uso de la fuerza. Sin embargo, contra la estupidez estamos indefensos. Contra ella no sirven de nada las protestas, ya que las razones caen en oídos sordos.
El estúpido, a diferencia del malicioso, está completamente satisfecho de sí mismo”. Por ese motivo, según Bonhoeffer, hay que tener mucho cuidado cuando a una persona estúpida se le plantean argumentos que contradicen sus creencias.
Por un lado, nunca los creerá: siempre se mantendrá firme en su opinión por muy claras que sean las pruebas de que está equivocado. Y en el caso de que sea tan terriblemente obvia la veracidad de los argumentos contrarios que resulte imposible negarlos, simplemente les restará importancia o los ignorará. Bonhoeffer opinaba que, para superar la estupidez, es necesario comprender su naturaleza.
No creía que se tratase de un defecto intelectual, puesto que conocía a personas con una inteligencia notablemente ágil pero estúpidos, así como a gentes a las que describiría como “intelectualmente bastante aburridos” pero que no tenían ni un pelo de estúpidos. Para él, la estupidez es un defecto humano, de la personalidad, no de sus capacidades.
Tampoco es un defecto congénito, sino que cualquiera puede volverse estúpido en determinadas circunstancias. ¿Cómo? Permitiendo que la estupidez se apodere de uno, algo que puede suceder con más facilidad cuando estamos integrados en un grupo amplio. Las personas que viven en soledad, siempre según Bonhoeffer, tienden a manifestar en menor medida el defecto de la estupidez en comparación con aquellos individuos o grupos de personas inclinadas o condenadas a la sociabilidad.
Desde esa perspectiva, la estupidez no sería tanto un problema psicológico como sociológico. Son las circunstancias externas las que vuelven estúpidos a los humanos que así lo permiten. Y todo fuerte aumento del poder en la esfera pública, ya sea político o religioso, infecta de estupidez a una gran parte de la humanidad.
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Fuente: Raquel de la Morena
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