“Somos lo que vemos, lo que oímos, Lo que sentimos, lo que soñamos, Lo que comemos…”
Corría finales del 2021. Estaba frente a la Asamblea Legislativa. La manifestación, pacífica, estaba por comenzar. Yo, paciente sobreviviente de efectos adversos por la “vacuna” contra covid-19, pensaba que poca gente iba a llegar ese día.
Sin embargo, la gente llegó. Poco a poco se hizo multitud y caminamos juntos hacia el Poder Judicial. Existe una foto que lo atestigua, gracias a un dron que alguien voló ese día para capturar tal momento.
Más tarde, me encontraba en el apartamento de mi hermana. Le conté de la manifestación. Ambas llegamos a la misma conclusión: “Excepto los que estuvimos allí, y la gente a la cual le contamos sobre el evento, nadie sabría que la manifestación había sucedido”.
Prácticamente ningún medio de comunicación se apersonó. Las noticias de esa noche corrieron con la agenda de siempre: gente muerta, “vacunas”, etc. En otras palabras, para el público fanático de los medios masivos, simplemente nosotros no existimos nunca. Quizás, hasta el día de hoy. Borrados de la faz de Costa Rica.
“De verdad existe censura en Costa Rica”, me dijo ella bastante sorprendida. “Pues sí”, debí aceptar.
A partir de entonces, se abrió un universo de dudas para mí, más que dudas, cuestionamientos, que son más complejos. Me pregunté: ¿Cuántas cosas suceden cada día en Costa Rica y nunca se saben? Y lo más grave de todo: ¿Cuántas cosas que me interesan suceden en mi país que no sé? ¿Cuántas cosas que cambiarían mi vida nunca sabré? En el campo, en la ciudad; en el comercio, ciencia, arte, entre otros.
¿Qué hubiera pasado si nuestra manifestación hubiera sido parte de los medios de comunicación masiva? Si la hubieran repetido una, y otra, y otra vez sin descanso. ¿Qué tanto habrían cambiado las cosas?
Luego pensé: ¿Qué ocurriría si la censura costarricense hablara? ¿Qué historias turbias sabríamos? Y, todavía más relevante: ¿qué pasaría si todos los censurados de Costa Rica no fueran silenciados? O algunos de ellos. ¿El mundo sería tal y como creemos que es hoy en día? ¿Elegiríamos las mismas cosas? ¿Haríamos lo mismo de siempre? ¿Miraríamos de la misma manera, oleríamos, sentiríamos, soñaríamos…?
¿Cómo sería saber lo que la censura conoce? Realmente, ¿Qué pasaría?
Opinión de: Mila Argueta
