En un giro importante en el conflicto, Ucrania ha utilizado por primera vez misiles de largo alcance ATACMS, suministrados por Estados Unidos, para atacar objetivos en la región rusa de Bryansk, según confirmó el Ministerio de Defensa ruso y fuentes estadounidenses. Estos misiles, conocidos por su precisión y capacidad de penetrar defensas antiaéreas, marcaron una escalada en el día 1,000 de la guerra.
El ataque ucraniano, que impactó un depósito de municiones cerca de la ciudad de Karachev, a 100 kilómetros de la frontera, fue anunciado por Kiev como un «golpe exitoso» contra la infraestructura militar rusa. Aunque Moscú afirmó que cinco de los seis misiles fueron interceptados, los daños evidencian una creciente capacidad ofensiva de Ucrania en el conflicto.
La reacción rusa no se hizo esperar. El presidente Vladímir Putin firmó cambios en la doctrina nuclear del país, habilitando el uso de armas nucleares en respuesta a ataques convencionales que comprometan la soberanía nacional. El canciller Serguéi Lavrov calificó la acción como una «nueva fase de la guerra» y acusó a Estados Unidos de involucrarse directamente en el conflicto, sugiriendo que expertos estadounidenses habrían asistido en el uso de los ATACMS.
Este desarrollo subraya el creciente riesgo de escalada entre las potencias nucleares, con la OTAN y Moscú acusándose mutuamente de cruzar líneas rojas en un conflicto cada vez más globalizado. Washington justificó la decisión como respuesta a recientes ataques masivos rusos contra infraestructura crítica ucraniana, mientras expertos advierten de las implicaciones geopolíticas a largo plazo.
