Vecina denuncia irresponsabilidad de empresa

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Un día vivíamos tranquilos, al otro, nuestra vida cambió”

Ruiz, quien es adulta mayor, lleva varios años de vivir en Heredia. Sin embargo, en el 2019, su vida dio un giro de 180 grados cuando un restaurante de pollo frito que queda muy cerca de su casa, cambió su extractor de grasa silencioso por un extractor bullicioso. A partir de entonces, su vida y la de su familia ha sido un calvario, pues ese ruido les atormenta por más de diez horas diarias, de lunes a lunes, sin tregua, sin importar si es feriado o fin de semana.

“Mi familia lleva aproximadamente tres años sin poder vivir en la casa, solamente regresamos cuando el ruido ha cesado”, expresó Ruiz.

Recientemente, vecinos afectados interpusieron una medida cautelar administrativa contra dicho local de comidas, por lo que mediante oficio MS-DRRSCN-DARSH-6596-2022 el Ministerio de Salud dio a conocer a dicha empresa que: “mediante oficio MS-DRRSCN-DARSH 6594-2022 se le notificó a la representación legal del establecimiento de las medidas de suspensión y aplicación de la restricción horaria para el uso de extractores de grasa para el periodo nocturno y el incumplimiento de instalación de las obras implementadas según el PCR aprobado”.

Ruiz agradece que al menos por la noche se pueda descansar del ruido, sin embargo, su calvario va a continuar durante las horas diurnas, en donde no existe restricción para el funcionamiento del extractor bullicioso.

“Es terrible, suena y suena, como cuando usted escucha un motor que nunca se apaga, por horas, siempre está allí, en cualquier parte de la casa, siempre está, persistente. No puedo dormir, no puedo descansar, no puedo cocinar en mi propia casa”.

Revisando la página oficial de esa empresa del extractor, nos encontramos con que supuestamente pregonan valores éticos que aplican para la vida equilibrada con la comunidad, siendo generadores de supuesto bienestar, así como un impacto sostenible en las comunidades. Sin embargo, esos valores no se ven reflejados en este caso, ya que, tal y como se pudo constatar, esta empresa ha sido enterada por diversas vías: verbales, cartas, reuniones, acerca de la problemática aquí narrada; inclusive, ha sido puesta esta situación en conocimiento del departamento legal de la empresa en varias ocasiones, estando al tanto de los daños físicos, emocionales, psicológicos que ha sufrido la familia en los últimos años y de su vida predominantemente itinerante. Además, según explica la señora Ruiz, no cumplieron con lo prometido, pues, hasta la fecha, el problema persiste, no se solucionó, tal y como la empresa dijo que haría. De modo que, pese a que ahora la familia podrá regresar a su casa durante la noche, gracias a las medidas de suspensión y restricción horaria dictadas por el Ministerio de Salud, durante el día se ven imposibilitados de permanecer en su hogar, como ha sido durante los pasados tres años aproximadamente.

Me pregunto: ¿cuántas empresas tendrán hermosas notas en sus páginas pregonando valores positivos, equilibrio con la comunidad, ambiente equilibrado, pero en la práctica demuestran ser todo lo contrario?

Esperamos que estas empresas se pongan una mano en el corazón y comprendan que vivir en comunidad es ser responsables y procurar una convivencia respetuosa y en paz. Jamás alterar la calidad de vida a tal punto que la gente deba irse de sus propias casas, para proteger su salud física, psicológica y mental.

Opinión de: Mila Argueta, paralegal.

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