Análisis documental (al final de la nota en pdf): El panorama de la criminalidad costarricense al inicio de 2025 refleja un fenómeno complejo: aunque los homicidios disminuyeron levemente en 2024, el crimen organizado mantiene su dominio sobre la violencia letal y los delitos contra la propiedad se expanden con fuerza en la Gran Área Metropolitana (GAM) y las provincias costeras. Los informes oficiales del Organismo de Investigación Judicial (OIJ) —Análisis de Homicidios Dolosos 2024 y Atlas Cartográfico de Delitos I-2025— muestran que el país atraviesa una redistribución delictiva, con tasas en aumento en zonas antes consideradas intermedias y una concentración persistente en San José, Limón y Puntarenas.
Homicidios: leve descenso en 2024, señales de repunte en 2025
Durante 2024 se contabilizaron 879 homicidios dolosos, un 3,09 % menos que en 2023. La tasa nacional se mantuvo en torno a 16,3 por cada 100 000 habitantes, apenas por debajo del año previo. Sin embargo, los primeros seis meses de 2025 muestran una reversión parcial: el Atlas de Incidencia reporta incrementos de entre 10 % y 15 % en distritos urbanos de alto riesgo como Limón centro, San Felipe de Alajuelita y Hatillo, donde la violencia homicida vuelve a concentrarse.
El análisis de la temporalidad indica que el 33 % de los homicidios de 2024 ocurrieron en fines de semana, principalmente entre sábado y domingo, y que las horas nocturnas y de madrugada siguen siendo el periodo de mayor letalidad. Los días más violentos del año fueron el 12 de febrero, 31 de marzo y 21 de diciembre, con nueve asesinatos cada uno.
El 74 % de los homicidios obedecen a ajustes de cuentas
El OIJ atribuye tres de cada cuatro homicidios a ajustes de cuentas o venganzas profesionales ligadas al narcotráfico y a redes de crimen organizado. Este patrón, constante desde 2019, define la violencia como estructural y no como fenómeno aislado. En contraste, los homicidios por riña o discusión representaron solo el 13 % del total y los relacionados con violencia doméstica menos del 5 %.
El perfil de las víctimas también refuerza el vínculo con el crimen organizado: el 91 % eran hombres, la mayoría jóvenes entre 15 y 35 años, con un promedio de edad de 29 años en los casos ligados a organizaciones criminales. Las mujeres constituyeron el 9 % de las víctimas, con mayor concentración en el último trimestre del año, principalmente en hechos de violencia intrafamiliar.
Armas de fuego: 7 de cada 10 homicidios
Más del 70 % de los homicidios dolosos de 2024 fueron cometidos con armas de fuego, porcentaje que se mantiene como tendencia en 2025. Esta proporción refleja una profesionalización del crimen y una facilidad de acceso a armamento en manos de estructuras vinculadas al narcotráfico. El OIJ destaca que el uso de armas cortas domina los registros y que los asesinatos por otros métodos representan menos del 30 %, divididos entre armas blancas y otros medios.
San José, Puntarenas y Limón concentran la violencia
El análisis territorial evidencia que las provincias de San José, Puntarenas y Limón concentran la mayor carga de homicidios. Solo Limón centro registró 57 asesinatos en 2024, seguido por San Felipe de Alajuelita y Hatillo, con 24 cada uno. Estas tres zonas mantienen tasas superiores a 40 homicidios por cada 100 000 habitantes, casi tres veces el promedio nacional.
El Atlas I-2025 muestra que la Gran Área Metropolitana, que agrupa a las provincias centrales del país, concentra casi el 60 % de la población costarricense y los niveles más altos de incidencia delictiva general. Aunque ocupa apenas el 4 % del territorio nacional, es el escenario del mayor número de delitos por cada tipo analizado.
Aumento generalizado en los delitos contra la propiedad
El Atlas 2025 refleja un incremento sostenido en las tasas de asaltos, robos, hurtos y tacha de vehículos en comparación con el año anterior.
- Asaltos: San José encabeza el listado con una tasa de 26,09 por cada 100 000 habitantes, seguido de Cartago (33,09) y Limón (19,86). Respecto a 2024, representan un crecimiento nacional de aproximadamente 12 %.
- Robo a vivienda y edificación: muestran aumentos de entre 9 % y 14 %, especialmente en Cartago, Heredia y zonas urbanas de Alajuela.
- Hurto: las tasas más altas se registran en San José (185,58) y Alajuela (137,77), con una variación interanual cercana al 10 %.
- Tacha y robo de vehículo: experimentan subidas promedio del 10 %, con Heredia y San José a la cabeza.
- Delitos sexuales: el Atlas reporta una tasa promedio nacional de 8,7 por cada 100 000 habitantes, con un incremento del 7 % respecto a 2024.
Estos datos reflejan que, aunque la letalidad disminuyó levemente, la actividad delictiva total aumentó durante el primer semestre de 2025, confirmando un desplazamiento del crimen hacia los ámbitos patrimoniales y una expansión territorial de las redes delictivas.
Redistribución del delito y expansión periférica
El análisis espacial de conglomerados del Atlas 2025 evidencia un fenómeno de expansión delictiva desde los centros urbanos hacia distritos periféricos. Los cantones de Desamparados, Goicoechea, Alajuelita, Pavas y Curridabat muestran incrementos en casi todas las categorías delictivas. La explicación estadística, basada en análisis de k-medias, confirma una transición de las zonas de alta densidad criminal hacia sectores intermedios de la GAM, impulsada por desplazamientos de población y reorganización de mercados ilícitos.
En provincias rurales como Guanacaste y Puntarenas, la criminalidad se mantiene estable, pero con mayor proporción de delitos violentos en zonas costeras vinculadas al turismo y al tráfico marítimo.
Una violencia estructural más que coyuntural
El contraste entre los informes de 2024 y 2025 deja claro que la reducción de homicidios fue coyuntural y no estructural. Las mismas provincias y distritos repiten los patrones de concentración, y las tasas de los primeros meses de 2025 ya muestran nuevos incrementos. La criminalidad costarricense se mantiene altamente urbana, masculina y asociada al narcotráfico, con una clara relación entre disponibilidad de armas, horarios nocturnos y zonas de exclusión social.
Conclusión
Costa Rica llega a mediados de 2025 con un panorama mixto: una breve reducción estadística en homicidios que no logró transformar la dinámica delictiva. El crimen organizado continúa siendo el motor principal de la violencia, y las cifras de los primeros seis meses del año apuntan a una posible recuperación de los niveles de 2023. El país enfrenta una estructura criminal territorialmente arraigada, con redes que operan dentro y fuera de la GAM, y con una capacidad de adaptación que desafía las políticas de seguridad tradicionales.

