Opinión: En enero de 2022, en Sardinal de Carrillo, le abrí las puertas de mi hogar y de su palabra al entonces candidato Rodrigo Chaves Robles, acompañado por Pilar Cisneros Gallo. En aquel encuentro, expuse con claridad y transparencia el caso Papagayo, entregándole personalmente la querella penal 20-25-33-PE, que denunciaba hechos graves de corrupción e impunidad en el proyecto turístico más grande y oscuro de Costa Rica, tal y como consta en el video.
La respuesta del candidato fue inmediata:
“Respeto la división de poderes”, dijo, esquivando con un formalismo vacío la realidad que todos conocemos: que el poder político, cuando quiere, interviene, presiona y decide. Esa misma noche, tras la reunión, Rodrigo Chaves cenó en el restaurante El Capi, en Belén de Carrillo, propiedad de mi sobrino Manuel Paniagua Mendoza (que hoy descansa en la paz de Dios). El gesto parecía cercano, parecía humano, parecía comprometido.
Durante la campaña electoral, Rodrigo Chaves juró que su gobierno sería el verdugo de la corrupción, que acabaría con los privilegios de las élites enquistadas, que metería mano allí donde nadie había osado hacerlo. Esa promesa resonó en cada discurso, en cada entrevista, en cada plaza pública.
Sin embargo, tres años después, la verdad es otra:
El Instituto Costarricense de Turismo (ICT) continúa operando como un feudo intocable, manejando concesiones multimillonarias en el Polo Turístico Golfo de Papagayo, sin que un solo colón de esas ganancias descomunales llegue al erario público.
La querella 20-25-33-PE jamás tuvo trámite real en el Ministerio Público. El Estado, por acción u omisión, eligió la impunidad.
Rodrigo Chaves, quien tuvo en sus manos la oportunidad histórica de marcar un antes y un después en la lucha contra la corrupción, eligió callar, voltear la vista y proteger a los mismos intereses que juró combatir.
Hoy lo digo con claridad: mi voto fue traicionado.
El voto de mi familia fue traicionado.
El voto de cada costarricense que confió en la palabra empeñada de Rodrigo Chaves fue traicionado.
La política no puede seguir siendo un carnaval de promesas incumplidas, ni un teatro donde los candidatos juran lealtad al pueblo para luego entregarse al poder del dinero y de la corrupción estructural.
Por eso este manifiesto no es solo un reclamo personal, es una advertencia nacional: Rodrigo Chaves tuvo la oportunidad de ser un presidente distinto, y eligió ser más de lo mismo.
El pueblo costarricense merece saberlo y merece recordarlo. Porque el voto no es un cheque en blanco. El voto es un pacto de confianza. Y cuando un pacto se traiciona, lo que se quiebra no es solo una promesa política: se quiebra la fe en la democracia.
Opinión: Lic. Frank Paniagua Mendoza.